Samuel Rojas – Especialista en Emprendimiento y Finanzas Personales
Colombia firmó su ingreso a la Ruta de la Seda impulsada por China. ¿Impulso estratégico o amenaza para su alianza con Estados Unidos? Te explicamos los impactos clave.
Colombia en la Ruta de la Seda: un pacto que redefine su política económica exterior
La decisión de Colombia de unirse a la iniciativa china conocida como la Ruta de la Seda —formalmente “La Franja y la Ruta”— ha puesto sobre la mesa un debate que va más allá de las oportunidades comerciales: ¿es esta la jugada maestra para diversificar alianzas o un paso riesgoso que puede fracturar su relación histórica con Estados Unidos?
Esta red de infraestructura y cooperación, que evoca las rutas comerciales de la antigüedad, es hoy uno de los pilares más ambiciosos de la política exterior de China. Y Colombia, al subirse al tren, se convierte en una pieza clave del ajedrez geopolítico global.
¿Qué es la Ruta de la Seda y por qué importa hoy?
La Ruta de la Seda original fue una red de rutas comerciales que, desde el siglo II a.C. hasta el XV d.C., conectó China con Europa, Medio Oriente y África, facilitando el intercambio de seda, especias, tecnología y religión.
La versión moderna, lanzada por Xi Jinping en 2013, es una estrategia de expansión económica y diplomática que involucra a más de 150 países mediante inversiones chinas en ferrocarriles, puertos, carreteras, telecomunicaciones y energía. Su nombre oficial: One Belt, One Road (OBOR) o Belt and Road Initiative (BRI).
Para China, es una vía para consolidar su influencia global. Para muchos países en desarrollo, una promesa de infraestructura y crecimiento. Para Estados Unidos, un desafío directo a su hegemonía.
¿Por qué Colombia firmó este acuerdo?
Colombia busca atraer inversión extranjera, cerrar su déficit comercial con China (más de 12 mil millones de dólares en 2024) y mejorar su infraestructura logística. En teoría, la adhesión a la Ruta de la Seda podría:
- Impulsar proyectos de infraestructura clave (carreteras, puertos, energía).
- Facilitar el acceso a nuevos mercados asiáticos para productos agrícolas como cerdo y limón tahití.
- Promover la diversificación de su economía más allá del petróleo y el carbón.
Según el profesor Hugo Guerrero, de la Universidad Militar, “esto representa un paso hacia la autonomía estratégica en un mundo multipolar”.
¿Cuál es el riesgo con Estados Unidos?
Aquí entra la parte espinosa del acuerdo: la relación con Estados Unidos, el principal socio comercial y aliado estratégico de Colombia, puede verse gravemente afectada.
- Tensiones diplomáticas: Estados Unidos ha manifestado su preocupación por los países que estrechan lazos con China. Ya en gobiernos anteriores se advirtió sobre posibles sanciones.
- Impacto en exportaciones clave: productos como flores, café y textiles podrían sufrir represalias comerciales.
- Cooperación en seguridad y migración: existen riesgos de que se recorten o condicionen programas de asistencia clave para Colombia.
Lo que para Pekín es una apuesta por la conectividad global, para Washington es una amenaza a su zona de influencia.
¿Qué dicen los empresarios y gremios?
La reacción en el sector privado ha sido mixta:
🔹 A favor: sectores agrícolas ven oportunidades reales en exportar a Asia. Además, hay entusiasmo por los potenciales proyectos de infraestructura y conectividad.
🔹 En contra: gremios como AmCham y Aliadas alertan sobre falta de transparencia y riesgos de competencia desleal. Bruce Mac Master, presidente de la ANDI, advierte: “No estamos listos para competir con la maquinaria industrial china”.
Hay preocupación legítima por la “diplomacia de la deuda”, donde países terminan comprometidos financieramente sin poder de negociación real frente a Pekín.
¿Qué puede ganar y perder Colombia?
Posibles beneficios
- Inversión en infraestructura estratégica
- Mayor diversificación de mercados
- Modernización logística y energética
- Reducción del déficit comercial con China
Principales riesgos
- Conflicto diplomático con EE.UU.
- Pérdida de cooperación en seguridad
- Impacto negativo en industrias locales
- Riesgo de dependencia financiera
¿Y ahora qué sigue?La adhesión de Colombia a la Ruta de la Seda marca un cambio geopolítico profundo. El reto es claro: aprovechar la inversión y las oportunidades sin aislar a Estados Unidos ni hipotecar la soberanía económica.
La clave estará en:
- Negociar con transparencia y participación de sectores productivos.
- Evaluar la viabilidad y sostenibilidad de los proyectos.
- Mantener equilibrio diplomático en un escenario internacional cada vez más polarizado.
Colombia está en una encrucijada histórica. La decisión de subirse a esta nueva “Ruta” puede abrir caminos de desarrollo… o desatar tormentas diplomáticas si no se gestiona con inteligencia y estrategia.
La adhesión de Colombia a la Ruta de la Seda representa tanto una oportunidad de desarrollo como un riesgo geopolítico mayúsculo. La verdadera pregunta no es si unirse o no, sino cómo hacerlo sin comprometer la autonomía, el equilibrio internacional y la competitividad nacional.
