¿Un Mundial… sin los mejores clubes?
Barcelona fuera. Liverpool fuera. Red Bull Salzburgo e Inter Miami dentro. La selección de equipos para este nuevo formato del Mundial de Clubes ha sido todo menos coherente con el mérito deportivo. Se percibe un favoritismo burdo, sobre todo hacia mercados específicos como el estadounidense, con el Inter Miami (y Messi) jugando en casa. Todo muy conveniente.
El resultado: un torneo inflado, desigual, que da la sensación de ser más un reality que una competencia de elite.
La muerte de la mística
Atrás quedaron los días de la Copa Intercontinental, donde Europa y América se jugaban el honor futbolero. Ahora tenemos partidos con diferencias abismales de nivel y una sensación de «relleno» que diluye la esencia del torneo.
La FIFA prometió globalidad. Lo que entregó fue un festival de disparidades y desconexión con el aficionado de siempre.
Estadios vacíos, hinchas ausentes
Estados Unidos como sede ha resultado un experimento fallido. Partidos jugados en horarios laborales, estadios semivacíos y aficiones desangeladas. Muchos hinchas no pueden viajar por temas de visa, y el público local simplemente no responde. El «soccer» no se impone a base de marketing.
Incluso con precios de entradas bajados a última hora, los asientos siguen vacíos. Y eso, en un Mundial, es una postal dolorosa.
Rankings, exclusiones y teorías de conspiración
La exclusión del Club León, campeón de Concacaf, por razones de multipropiedad, encendió las alarmas. Jugadores como James Rodríguez hablaron de favoritismo. La opacidad en los criterios de selección ha dejado un sabor amargo y ha despertado sospechas de que lo deportivo importa menos que lo comercial.
Los rankings usados para justificar invitaciones no convencen: son arbitrarios, poco transparentes y descontextualizados. Reflejan poco del rendimiento real en el campo y más de intereses en las oficinas.
¿Cada cuatro años? ¡Peor aún!
El Mundial de Clubes ya no será anual. Se jugará cada cuatro años. Eso le quita ritmo, presencia y relevancia. Un evento que apenas intenta consolidarse pierde visibilidad al desaparecer durante tres años. Imposible generar expectativa así.
Cuando los rankings generan rivalidades y desconfianza
Los rankings, lejos de ordenar, desatan debates. Sirven para crear jerarquías pero también para fomentar rivalidades, dudas y descontento. Su metodología suele ser opaca, sus datos, cuestionables. Y lo que es peor: se convierten en argumento para justificar decisiones que muchos consideran arbitrarias.
La credibilidad de estos rankings se desmorona cuando no se explican bien, ignoran contextos y parecen al servicio de intereses particulares.
Conclusión: un Mundial sin alma
El Mundial de Clubes 2025 ha demostrado que cuando el marketing pesa más que el fútbol, se pierde todo: competitividad, esencia, pasión y público. El torneo, lejos de unir al mundo del fútbol, ha generado descontento, escepticismo y estadios vacíos. Un Mundial sin alma.