Compostar en casa: más fácil de lo que parece
Convertir tus residuos orgánicos en abono puede sonar como una tarea compleja, pero en realidad es una práctica simple, natural y profundamente gratificante. Compostar en casa no solo reduce significativamente la basura que generamos, sino que también genera vida: la del suelo, las plantas y, en muchos sentidos, la nuestra.
Además, cultivar la paciencia que exige el proceso y reconectar con la tierra tiene un efecto terapéutico. Es un acto cotidiano que nos recuerda que todo puede transformarse.
¿Qué necesitas para empezar a compostar en casa?
Elige el lugar adecuado
Tu compostera necesita un espacio con sombra, ventilación y algo de protección contra la lluvia. Ideal para patios, jardines, terrazas o incluso azoteas. Si vives en departamento, puedes compostar en cubos o composteras pequeñas diseñadas para interiores.
Fabrica o consigue tu compostador
No necesitas nada sofisticado. Puedes usar baldes plásticos perforados de al menos 20 litros, cajas de madera o composteras comerciales. Lo importante es permitir la entrada de oxígeno y la salida de líquidos.
Prepara una buena base
Coloca al fondo una capa de tierra negra sin piedras, seguida de hojas secas, ramitas o paja. Esta base favorece el drenaje y evita el exceso de humedad, uno de los grandes enemigos del compostaje casero.
¿Qué puedes y qué no puedes compostar?
Materiales permitidos (y recomendados)
- Restos de frutas y verduras
- Cáscaras de huevo trituradas (aportan calcio)
- Posos de café y restos de té
- Cartón sin tinta ni adhesivos
- Hojas secas, ramas finas, aserrín, paja
- Recortes de césped
- Estiércol maduro (conejo, ave, caballo)
- Ortigas frescas o purín de ortigas
Estos materiales, al combinarse en capas alternas de húmedos (ricos en nitrógeno) y secos (ricos en carbono), generan el entorno ideal para que los microorganismos hagan su trabajo.
Materiales que debes evitar
- Carne, huesos, pescado
- Grasas, lácteos
- Exceso de cítricos, cebolla o ajo
- Restos cocinados o procesados
- Bolsas compostables (muchas no se descomponen en composteras domésticas)
Evitar estos residuos previene malos olores, plagas y fermentaciones indeseadas.
Cómo mantener el equilibrio perfecto
Humedad
El compost debe sentirse como una esponja húmeda al tacto, sin gotear. Si está seco, añade restos frescos o un poco de agua. Si está muy húmedo, incorpora materiales secos como hojas, cartón o paja.
Truco casero: la “prueba de la mano”. Toma un puñado, aprieta: si chorrea, está demasiado mojado; si se deshace como arena seca, falta humedad.
Temperatura
El calor acelera el proceso. Una buena mezcla aireada puede alcanzar entre 40 y 60 °C en su interior. Para ello:
- Coloca la compostera en una zona de sol parcial
- Remueve la mezcla cada 3-4 días
- Añade estiércol o purín de ortiga si deseas elevar la temperatura naturalmente
¿Y si quiero acelerar el compostaje?
No es obligatorio, pero puedes darle un impulso natural a tu compost con estas estrategias:
- Corta o tritura los residuos antes de añadirlos. Cuanto más pequeños, más rápido se descomponen.
- Introduce lombrices rojas californianas. Estas aliadas mágicas transforman residuos en humus en tiempo récord.
- Evita amontonar sin mezclar. Las capas deben alternarse y ventilarse bien.
¿Cuándo estará listo tu compost?
Dependerá del clima, el tamaño de los residuos y la constancia con la que mezcles y ajustes la humedad. Generalmente, en 3 a 6 meses tendrás un compost maduro: de color oscuro, sin rastros visibles de restos y con olor a tierra húmeda.
Ese compost es un fertilizante vivo y ecológico, ideal para plantas, huertas o incluso árboles urbanos.
Compostar en casa: beneficios que van más allá del abono
- Reduces tu huella ecológica
- Recuperas el vínculo con la tierra y los ciclos naturales
- Disminuyes el volumen de residuos domésticos
- Te conectas con una rutina más lenta, consciente y significativa
Pequeños gestos como estos nos recuerdan que el cambio empieza en casa y en lo cotidiano.