Por Valeria Ortega – Especialista en Cultura Digital y Fenómenos Virales
El Senado frenó la consulta popular de Petro en una maniobra polémica que dejó a medio país indignado y al otro celebrando. ¿Qué pasó realmente?
El hundimiento de la consulta popular: más que una votación, una estrategia
El 14 de mayo de 2025, el Senado colombiano vivió uno de los episodios más tensos y estratégicamente calculados del actual periodo legislativo: la caída de la consulta popular impulsada por el gobierno de Gustavo Petro. No fue solo una derrota legislativa; fue una jugada política de alto voltaje, con gritos, acusaciones de fraude, llamados a la movilización y una votación de infarto: 49 votos en contra y 47 a favor.
Mientras tanto, desde China, el presidente Petro lanzaba acusaciones de fraude comparando la jornada con el infame 19 de abril de 1970. Y sí, el drama fue tal que merecería su propia miniserie.
Pero ¿qué fue exactamente lo que pasó? ¿Y por qué algunos la llaman la jugadita? Vamos por partes.
¿Qué era la consulta popular y por qué era clave para el gobierno?
La consulta popular propuesta por el Ejecutivo planteaba 12 preguntas relacionadas con condiciones laborales, con el objetivo de revivir la reforma laboral que ya había sido hundida en la Comisión Séptima del Senado semanas atrás.
La idea era simple: si el Congreso no quería avanzar en la reforma, entonces que el pueblo decidiera directamente. O al menos, esa era la narrativa del Gobierno.
Pero la oposición vio algo muy diferente: una maniobra populista, costosa y con fines electorales.
¿En qué consistió la jugadita?
La famosa «jugadita» fue una secuencia de movimientos fríamente calculados por parte de la oposición que logró frenar la consulta y darle una vuelta peligrosa y confusa al proceso legislativo:
1. Primero, matar la reforma laboral en comisión
Todo comenzó con una ponencia negativa mayoritaria en la Comisión Séptima del Senado, controlada por fuerzas opositoras, que le dio la primera estocada a la reforma laboral.
2. Luego, hundir la consulta popular en la plenaria
Cuando el Gobierno intentó revivir el tema por la vía ciudadana, sometiéndolo a consulta popular, la oposición volvió a aplicar fuerza: votación cerrada, caos en la sesión, registro de votación cerrado abruptamente y una mayoría de apenas dos votos en contra.
El ministro del Interior, Armando Benedetti, terminó a los gritos, mientras los senadores del Pacto Histórico abandonaban el recinto furiosos.
3. Y como golpe final, revivir la reforma pero sin tiempo
Con la consulta hundida, la oposición impulsó una apelación para revivir la reforma laboral, pero para discutirla en una nueva comisión. Una jugada que, a primera vista, parecía un respiro para el Gobierno… pero que, según sus críticos, es un caramelo envenenado: la legislatura termina el 20 de junio, y no hay tiempo real para discutirla a fondo.
Resultado: Reforma laboral en el limbo, consulta muerta y el país más polarizado que nunca.
Argumentos de la oposición: populismo, costos y campaña anticipada
Los senadores que votaron contra la consulta alegaron una combinación de razones técnicas, políticas y fiscales:
- Costo fiscal descomunal: más de 700.000 millones de pesos, que según ellos podían usarse mejor.
- Redundancia jurídica: muchas preguntas ya estaban cubiertas por la ley actual.
- Populismo electoral: acusaron al Gobierno de usar la consulta como herramienta de campaña.
- Riesgo para el empleo formal: temían incentivos para la informalidad laboral.
- Desconfianza institucional: sospechas sobre el uso del aparato estatal para presionar votos.
En palabras de María Fernanda Cabal: «Ha ganado la democracia, la sensatez, ¡ha ganado Colombia!». Aunque para otros, más que sensatez, fue una jugada de ajedrez con trampa.
Las reacciones: polarización, redes incendiadas y un Petro furioso
La sesión en el Senado terminó en escándalo. Efraín Cepeda, presidente del Senado, cerró la votación en cuestión de minutos, lo que desató el caos. Desde X (antes Twitter), Petro denunció fraude y comparó la maniobra con el robo de elecciones de los años 70.
Por su parte, la oposición celebró como si hubieran ganado el Mundial. La senadora Paola Holguín incluso le agradeció a Dios y a la Virgen por el resultado. Sí, literalmente.
En redes, el ambiente fue un polvorín. Mientras unos pedían salir a las calles, otros festejaban el fin de lo que llamaban «una consulta populista e inútil».
¿Y ahora qué pasa con la reforma laboral?
Aunque técnicamente la reforma sigue viva gracias a la apelación aprobada en la misma jornada, el reloj corre en contra del Gobierno. Con apenas semanas antes del cierre de legislatura, el nuevo trámite en una comisión distinta luce más como un acto simbólico que como una vía real para aprobar una reforma de ese calibre.
Los ministros y senadores del oficialismo no se tragaron el cuento: denunciaron que revivir la reforma sin tiempo es una forma elegante de enterrarla otra vez. Una trampa con moño, como quien dice.
Conclusión: una jugada maestra o una trampa democrática
La caída de la consulta popular no fue un accidente, ni un mero voto legislativo. Fue una estrategia bien armada por la oposición para impedir que la reforma laboral de Petro siguiera su curso, aprovechando cada rendija del sistema parlamentario para bloquearla sin asumir todo el costo político.
Y aunque técnicamente hay una nueva oportunidad para debatirla, todo indica que fue el jaque mate final a una de las principales apuestas sociales del gobierno Petro.
Ahora, la pelota está en la calle: el Gobierno apuesta a la movilización ciudadana como plan B. Pero la pregunta sigue siendo: ¿puede una reforma laboral nacer del caos político?