Una corona en medio del fuego cruzado
«¿Bala para Petro o para Quintero?» Esa fue la pregunta que transformó a Laura Gallego de candidata a reina nacional en tendencia nacional… por todo lo que no debería representar un concurso de belleza.
¿Qué dijo exactamente Señorita Antioquia?
Laura Gallego Solís, Señorita Antioquia 2025, apareció en varios videos haciendo comentarios que fueron interpretados como incitación a la violencia política. En uno de ellos, junto al precandidato Abelardo De la Espriella, soltó sin titubeos: «¿Bala para Petro o para Quintero?»
La respuesta de De la Espriella (“No, esos manes no valen ni una bala”) no alivió la controversia: más bien, la incendió.
En otro clip, esta vez con el político Santiago Botero, la escena se repitió: ella planteó una situación de «bala única» en el desierto, y agregó: “Al menos un cachazo a Petro”.
Sí, el tono fue sarcástico. Pero ¿puede permitirse ese tipo de humor alguien que representa a un departamento ante todo el país?
Lo que muchos no te dicen sobre esto
Este no es solo un chisme viral. Es un ejemplo claro de cómo se cruzan las líneas entre entretenimiento, política y responsabilidad pública. Y eso duele más cuando sucede en Colombia, un país con heridas abiertas por décadas de violencia política.
Además, el reglamento del Concurso Nacional de Belleza prohíbe expresamente cualquier pronunciamiento político. ¿Entonces por qué sigue en competencia?
Reacciones: entre la cancelación y la defensa
La opinión pública se dividió como suele pasar en tiempos de redes:
- Políticos del Pacto Histórico y el mismo Presidente Petro condenaron los comentarios, llamando a la responsabilidad y el respeto.
- Daniel Quintero, exalcalde de Medellín, dijo que Gallego representa la “cultura narco” que aún persiste en Antioquia.
- El CNB (Concurso Nacional de Belleza) rechazó las expresiones, pero no la sancionó ni la obligó a renunciar.
- En redes, algunos defendieron su derecho a expresarse. Otros pidieron su retiro inmediato.
¿Y la ley qué dice?
El Código Penal colombiano no se queda callado: el artículo 510 tipifica la incitación a la violencia como delito, con penas de cárcel, multas e incluso inhabilitación para ejercer roles públicos. Más aún si el mensaje se difunde en redes sociales.
Por ahora, no hay investigación formal. Pero ya hay denuncias ciudadanas ante la Fiscalía, que podrían activar una revisión legal.
La estrategia de defensa de Laura
Gallego intentó dar contexto. Dijo que usó “lenguaje directo en una dinámica política” y que su intención no era promover la violencia, sino “atreverse a hablar de frente”.
También se mostró orgullosa de su identidad paisa y de su compromiso con el servicio. Pero… el daño ya estaba hecho.
¿Por qué este escándalo importa más de lo que parece?
Porque no se trata solo de lo que dijo, sino de lo que representa: ¿qué tipo de referentes estamos normalizando?
¿Es válido que en pleno 2025 sigamos romantizando el sarcasmo violento? ¿Hasta qué punto el rol de una reina puede cruzar las líneas de la neutralidad política?
Y lo más inquietante: ¿sería tratada igual si no fuera mujer, joven y reina de belleza?
Conclusión
Lo de Laura Gallego no es solo un “error en cámara”. Es una muestra de cómo la banalización de la violencia se sigue colando en espacios que deberían inspirar unidad.
Las reinas de belleza hoy son influencers con millones de ojos encima. Y eso implica una responsabilidad que va mucho más allá de saber caminar en tacones.
